La declaración es un relato de memoria que un testigo realiza sobre hechos presenciados o vividos por él mismo (Manzanero, 1996). Está afectada por factores que influyen en la codificación, almacenamiento y recuperación de la memoria. Ésta no es reproductiva, sino reconstructiva, lo cual quiere decir que cada vez que recordamos algo lo estamos modificando, aunque sea en una rememoración a solas.
Antes de nada, cabe señalar que la evidencia científica determina que los niños sí son capaces de prestar testimonio. Entre los 3-6 años deben tenerse en cuenta limitaciones por cuestiones madurativas, como la dificultad para discriminar esquemas generales y recuerdos concretos o la mezcla de realidad y fantasía. Por encima de los 6 años son capaces de tener recuerdos detallados similares a los del adulto y, por tanto, aportar testimonio válido en cantidad y calidad por medio de un experto (Álvarez y Juárez, 2018). Aún así, es importante tener en cuenta que sus declaraciones suelen ser algo desorganizadas, con digresiones o cambios espontáneos de enfoque y correcciones espontáneas e incluso dudas sobre la exactitud de sus recuerdos (Cantón y Cortés, 2000).
No obstante, cuando se trata de niños y especialmente en recuperaciones repetidas, es posible introducir nuevos datos en el interrogatorio que el menor incorpore al relato, creando falsas memorias. Además, cada vez que vuelve a explicar lo sucedido, la huella de la memoria que presenta se reconstruye reinterpretando los detalles ya existentes o, como ya se ha comentado, incorporando nuevos. Por este motivo es tan importante evitar la reiteración del testimonio infantil, tanto para proteger el indicio cognitivo original, eludiendo así el falso recuerdo, como para evitar la revictimización que supone relatar un suceso traumático en un contexto especialmente ansiógeno como lo es el judicial (Álvarez y Juárez, 2018).
Es igualmente importante que la persona encargada de obtener la declaración esté adecuadamente formada para ello, evitando preguntas sugerentes e inductivas (te hizo daño, ¿verdad?) o victimizantes (¿por qué no lo habías contado aún?) que distorsionen la declaración original. También deberá ajustarse al menor, a su edad y sus características psicológicas, utilizando un lenguaje comprensible e intentando establecer una relación cálida que diluya posibles sentimientos de vergüenza y culpa (Jiménez y Alonso, 2006).
Por otro lado, existen diversos factores que influyen en los procesos memorísticos que es importante tener en cuenta a la hora de obtener la declaración de un niño. A continuación, vemos algunos de ellos:
Factores que afectan a la codificación de la memoria:
- Edad: Entre los 2 y los 3 años la actividad del hipocampo aumenta mucho y se establecen nuevas sinapsis que sustituyen a las anteriores, por lo tanto, las huellas de memoria previas desaparecen. Asimismo, por debajo de esta edad el niño no presenta aún capacidad de simbolización ni de representación a través del lenguaje, es decir, no atribuye significados a las situaciones, lo que imposibilita la codificación y almacenamiento de información.
- Maduración cortical: Para declarar es utilizada la memoria episódica, que funciona en contexto espacio-temporal, lo que permite a la persona ubicar el episodio (en qué estación del año sucedió, dónde se encontraba…) e implica maduración en estructuras cerebrales como el lóbulo temporal y el hipocampo. Tal maduración tiene lugar a partir de los 10 años; previamente a ello no se archivan claves temporales, lo cual se traduce en un conjunto de episodios que se solapan en la memoria, siendo muy difícil distinguir cuándo o en qué orden ocurrieron. Esta inmadurez de la memoria episódica es el motivo por el que a veces se observan relatos poco consistentes en niños menores de 10 años.
- Violencia del suceso: En los acontecimientos violentos como agresiones o amenazas, la atención se focaliza en la fuente principal del miedo. En consecuencia, los estímulos periféricos se pierden, son obviados por el cerebro. Este fenómeno se conoce como “visión de túnel” y explica porque hay víctimas que no pueden recordar elementos del suceso aparentemente obvios, como la ropa o la cara de su agresor.
Factores que afectan a la retención y recuperación de la memoria:
- La toma de declaración: El tipo de interrogatorio influye mucho en el testimonio aportado. Si se lleva a cabo una recuperación interrogativa, es decir, basada en preguntas, es posible que de forma inconsciente se cometan errores de comisión (aportar datos falsos). Ante preguntas de las que no está seguro o de las que no tiene toda la información, el niño buscará dar respuesta, pues está educado para responder a las expectativas del adulto. Por este motivo es muy importante que la recuperación sea de relato libre.
- Tiempo transcurrido hasta la declaración: A medida que pasa el tiempo, de forma natural se experimenta un deterioro gradual en las huellas de memoria, que puede llevar a una pérdida de las conexiones cerebrales que hacen accesible a la conciencia un recuerdo (Manzanero, 1996). Además, durante este transcurso pueden tener lugar otro sucesos o el conocimiento de nuevas informaciones que generen interferencias en la memoria.
Referencias bibliográficas:
CANTÓN, J.C., y CORTÉS, MR.: “La sugestibilidad de los niños”, en J. Cantón y M.R. Cortés (Eds.) Guía para la evaluación del abuso sexual infantil. Madrid: Pirámide, 2000.
Jiménez Cortés, C., y Martín Alonso, C. (2006). Valoración del testimonio en abuso sexual infantil (A.S.I.). Cuadernos de Medicina Forense, 43-44.
MANZANERO, A.L. (1996). Evaluando el testimonio de menores testigos y víctimas de abuso sexual. Anuario de Psicología Jurídica, 6, 13-34.
Álvarez F., y Juárez JR. (2018). Evaluación psicológica forense de los abusos y maltratos a niños, niñas y adolescentes: guía de buenas prácticas. Asociación de psicólogos forenses de la administración de justicia.

Sandra Jaenada
Estudiante de psicología en la UAB y estudiante EPERIT