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Qué es la disociación en psicología

Enchufe de una lámpara con forma de corazón que simboliza la conexión con las emociones

La disociación es un fenómeno complejo y curioso en psicología sobre el que se ha investigado mucho. No tiene por qué ser un problema, la disociación puede ser experimentada por cualquiera y no tiene por qué ser patológico, pero puede llegar a serlo, además de que sí se ha visto relacionado con ciertas situaciones características.

La disociación, en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5 se define como interrupción o falta de continuidad en la integración de la conciencia, la memoria, la identidad, la percepción, la emoción, la identidad corporal y el comportamiento. Esta definición puede parecer ambigua o extraña para personas no familiarizadas con la psicología o que no han experimentado la disociación. Por ello vamos a profundizar más sobre el tema. 

Disociación y conversión

En la literatura científica se ve relacionado la disociación con la conversión. Según el DSM-5, el trastorno de conversión pertenece a la categoría de trastornos de síntomas somáticos. El fenómeno de la conversión ocurre cuando hay alguna alteración neurológica (motora o sensitiva) que no se explica por pruebas médicas, sino que debe haber una causa psicológica subyacente. Ocurre lo mismo con la somatización; síntomas físicos que no tienen una explicación “médica” sino psicológica”. 

¿Para qué toda esta información? Para entender que hay dos tipos de disociación; disociación psicoforme (es decir disociación más psicológica) y la disociación somatomorfa (más relacionado con la somatización y conversión). La disociación más psicológica se compone por la alteración de la identidad, amnesia, despersonalización y desrealización. Y el otro tipo de disociación se refiere a la alteración de la experiencia más física como analgesia visual, síntomas de dolor o pérdida de conocimiento que no puede explicarse médicamente. La más común y los síntomas más comunes son los síntomas psicológicos. Dicho esto, pasemos a más conceptos. 

Trastornos disociativos

La disociación en la mayoría de los casos es transitoria, pero en ciertos casos puede mantenerse constante respecto a un suceso o una época del pasado y/o genera un malestar importante y afecta a la vida de las personas. En ese caso hablamos de trastorno, porque se ha vuelto algo problemático:

  • Despersonalización: Esto se caracteriza por experiencias de irrealidad, distanciamiento de sí mismo o de ser un observador externo respecto a los pensamientos, sentimientos, el cuerpo, acciones de uno mismo… Es decir, sentirse ajeno a uno mismo, verse a uno mismo como si fuera otra persona, como verse en tercera persona. De nuevo esto puede darse de forma transitoria y no ser problemático o puede considerarse un trastorno y ser más problemático. 
  • Desrealización: Experiencias de irrealidad o distanciamiento respecto al entorno. Lo mismo que la despersonalización pero con el entorno. Personas que han pasado por esto lo reflejan diciendo “Es como que lo veía como si fuera una película, como si no fuera real”, como si la persona estuviera al otro lado de un cristal, distanciada de la realidad. Pese a esto, tanto en despersonalización como desrealización, la persona es consciente de la realidad, o sea la persona “siente como si no fuera real” pero sabe que es real.
  • Amnesia disociativa: Es la incapacidad de recordar información autobiográfica importante, normalmente de naturaleza traumática o estresante. No hay una razón biológica para esa falta de memoria y tampoco se corresponde con el olvido normal. Hay diferentes tipos de amnesia. 
  • Trastorno de identidad disociativo: Es un trastorno muy poco común y es lo que se conoce coloquialmente como “Trastorno de personalidad múltiple”. La alteración de la identidad se vuelve muy significativa llegando a crearse dos o más estados de personalidad bien definidos.  La identidad unitaria se rompe y en la persona conviven dos o más “personalidades” y mientras está presente una, luego hay lapsus de memoria. Se podría entender este trastorno como que seguramente empezó como despersonalización y se fue agravando hasta llegar a fragmentarse del todo la identidad unitaria de la persona. 

¿Por qué ocurre la disociación?

La disociación, somatización y conversión tienen orígenes del psicoanálisis. Esta corriente sugería que los síntomas físicos que no se atribuían a una causa orgánica tenían su origen en emociones y traumas reprimidos. Janet (1886) habló de la disociación como un mecanismo de defensa para afrontar situaciones muy traumáticas. 

Actualmente, las investigaciones muestran que los sucesos traumáticos al inicio causan fuertes sensaciones negativas y dolor que cuando superan cierto umbral, provocan disociación. Y conforme aumenta la intensidad de la disociación, alcanza a la misma vez un umbral y las sensaciones negativas disminuyen. Por lo que la disociación facilita la supervivencia y sí se podría entender como un mecanismo de defensa. 

Como dijo Anabel González, psiquiatra y psicoterapeuta, doctora en Medicina y especialista en Criminología por sus redes sociales, la disociación se puede entender como cuando saltan los plomos. Se produce una sobrecarga y para evitar un incendio y un accidente, saltan los plomos para reiniciar de nuevo sin peligro. La disociación en una situación ocurre de forma similar, cuando una persona se encuentra frente a una situación fuertemente traumática y abrumadora complicada de procesar, se disocia, se separa, “se apaga”. Idealmente esto debe ocurrir temporalmente, para luego volver a reconectar y procesar la situación. 

Sin embargo, aunque el trauma está fuertemente relacionado con la disociación, muchas personas víctimas de situaciones traumáticas no experimentan disociación. Siempre hay diferentes variables que influyen.

Consecuencias de la disociación

La disociación, aunque es un mecanismo de protección e involuntario, también puede producir consecuencias negativas, a medio y a largo plazo. 

Se ha visto que mientras hay disociación, las capacidades cognitivas se ven alteradas, ya que interrumpe el procesamiento de la información, el aprendizaje y la memoria. Por lo que si la disociación es transitoria, el deterioro de éstas será transitorio pero si se persiste, el deterioro cognitivo también.

 La disociación también se ha visto asociada con conductas de violencia autodirigidas, es decir, autolesiones y comportamiento suicida. 

Además, la disociación, ante un fuerte malestar, no permite el funcionamiento de los sistemas que regulan el estrés y las emociones, por lo que resulta incapacitante. La persona en este caso no sabría gestionar las emociones intensas ni distinguir situaciones amenazantes de las seguras. La desconexión con uno mismo en muchos casos genera confusión y agitación.

Por otra parte, los síntomas disociativos afectan a la gravedad de diferentes trastornos. Se ha visto asociado negativamente con:

  • El funcionamiento ejecutivo en el Trastorno Límite de la Personalidad. 
  • El desempeño neurológico en la depresión.
  • El número de atracones en trastornos alimentarios.
  • La alexitimia en trastornos de pánico.
  • La ansiedad y depresión en el TOC. 
  • El estrés crónico agudo. 
  • Procesos fisiológicos como el sueño. 

Además, también afecta a los resultados terapéuticos. La disociación se ha visto relacionada con la falta de respuesta en los tratamientos psicológicos del TEPT, TOC y Trastornos de pánico. Esto posiblemente se deba a la desconexión que hay con las emociones y los pensamientos que impiden procesar debidamente la información en terapia. 

Disociación y ámbito forense

En el ámbito forense una demanda habitual por parte del juez al perito es que se evalúe la credibilidad de testimonio de la víctima, o también secuelas. Puede ocurrir que al acudir a la entrevista, la víctima no muestre el comportamiento “habitual” o “prototípico” de una víctima. Por ejemplo, que cuente lo ocurrido con indiferencia, incluso riéndose o de forma extraña. También puede ser que no se acuerde o que muestre mucha confusión al respecto. 

Esta situación puede hacer creer al juez, abogados e incluso al propio perito de que está mintiendo, pero cabe la posibilidad de que la víctima esté disociada. Por lo que es necesario que el perito tenga una gran formación y amplios conocimientos sobre disociación, TEPT, TEPT complejo.. etc, para evaluar el estado psicológico de la víctima. Porque posiblemente esa persona sí está contando la verdad, pero está siendo cuestionada sin fundamento debido a la incompetencia de los profesionales. 

EPERIT

La disociación es un tema complejo y amplio y toda esta información no es toda la que se tiene. Los profesionales de EPERIT están formados en psicología forense y victimología, además de en trauma. De hecho, en la academia de EPERIT, hay un curso de acceso restringido a estudiantes de psicología y profesionales sobre el TEPT complejo. También hay más cursos de temática forense de acceso libre. El equipo EPERIT está conformado por profesionales muy formados en victimología y psicología jurídica y forense y que además de la formación, hacen peritajes, supervisiones, contrainformes y terapia. Podemos ayudarte.

Autora: Celia Gavilán, psicóloga forense en formación y responsable de comunicación científica en EPERIT.

Bibliografía

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American Psychiatric Association. (2013). Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (Quinta edición ed., Vol. 5). Editorial medica panamericana.

Anderson, K., Hillman, S., Zhong, W., y Cross, R. (2023, septiembre). Exploring looked-after adolescents’ reports of their dissociative experiences. European Journal of Trauma and Dissociation, 7(3). Elsevier. https://doi.org/10.1016/j.ejtd.2023.100334 

Danböck, S. K., Franke, L. K., Miedl, S. F., Liedlgruber, M., Bürkner, P. C., y Wilhelm, F. H. (2023, mayo). Experimental induction of peritraumatic dissociation: The role of negative affect and pain and their psychophysiological and neural correlates. Behaviour Research and Therapy, 164. Elsevier. https://doi.org/10.1016/j.brat.2023.104289

Lieberman, A., Robison, M., Wonderlich, S. A., Crosby, R. D., Mitchell, J. E., Crow, S. J., Peterson, C. B., Le Grange, D., Bardone-Cone, A. M., Kolden, G., y Joiner, T. E. (2023, agosto). Self-hate, dissociation, and suicidal behavior in bulimia nervosa. Journal of Affective Disorders, 335, 44-48. Elsevier. https://doi.org/10.1016/j.jad.2023.05.015 

Lyssenko, L., Schmahl, C., Bockhacker, L., Vonderlin, R., Bohus, M., y Kleindienst, N. (2017, septiembre). Dissociation in Psychiatric Disorders: A Meta-Analysis of Studies Using the Dissociative Experiences Scale. The American journal of psychiatry, 175(1), 37-46. Pubmed. 10.1176/appi.ajp.2017.17010025 

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Tschoeke, S., Borbe, R., Steinert, T., y Bichescu-Burian, D. (2019, marzo). A Systematic Review of Dissociation in Female Sex Workers. Journal of Trauma and Dissociation, 20(2), 242-257. Web of Science. 10.1080/15299732.2019.1572044

PREVALENCIA DE EXPERIENCIAS ADVERSAS Y VICTIMIZACIÓN EN PERSONAS ADULTAS CON TRASTORNO MENTAL GRAVE EN BARCELONA

Introducción

Tal como muestran diversas investigaciones, las personas con trastorno mental grave (como trastorno psicótico, bipolar, esquizofrénico, etc.) son más propensas a sufrir violencia que a ejercerla, de hecho, presentar dicha psicopatología es un factor de riesgo ante las experiencias de victimización (mayor riesgo de sufrir violencia física y sexual que la población general). En concreto, respecto a la victimización infantil, los estudios exponen que sufrir experiencias traumáticas durante la infancia aumenta el riesgo de desarrollar trastornos mentales. 

Resulta relevante destacar que la falta de información respecto a estos casos imposibilita el diseño de políticas de protección que den respuesta a las necesidades de las personas con dicho trastorno, además de que obstaculiza la comprensión del efecto que tiene vivenciar experiencias traumáticas en la manifestación de la psicopatología. Por ende, no es posible desarrollar un modelo terapéutico que integre los conocimientos mencionados en la intervención psiquiátrica de las personas con un trastorno mental grave. 

Ante esta situación, se realiza un estudio sobre una amplia diversidad de experiencias adversas y de victimización en una muestra de personas con trastorno mental grave residentes en la ciudad de Barcelona, con el objetivo de aportar nuevos datos que ayuden a comprenderlo.

Metodología y Resultados

En cuanto a la metodología, cabe decir que se realizó un estudio descriptivo, cuantitativo y transversal, para el cual se utilizó una muestra de 74 personas con trastorno mental grave, concretamente, 42 mujeres y 32 hombres de entre 21 y 68 años. Dichas personas fueron entrevistadas y se evaluaron las experiencias adversas y de victimización a partir de 26 ítems de la prueba Adverse Childhood Experiences Questionnaire (ACE-IQ), cuestionario que se amplió para incluir las vivenciadas en la edad adulta.

Tras realizar las evaluaciones pertinentes, se obtuvieron los siguientes resultados: 

  • Todas las personas entrevistadas expresaron haber vivido como mínimo dos victimizaciones a lo largo de su vida. Concretamente, las más frecuentes fueron los delitos comunes (robos, amenazas, etc.) y la victimización por parte de los cuidadores principales. Añadir que las mujeres presentaban casi 13 veces más probabilidades de sufrir victimización sexual que los hombres a lo largo de la vida.
  • Casi un 50% de las personas informaron haber sufrido más de seis formas distintas de victimización antes de los 18 años. En concreto, la más frecuente fue la perpetrada por parte de los cuidadores principales.
  • Una de cada tres personas expresó haber sido víctima de abuso sexual con contacto físico durante su infancia o adolescencia. Mayoritariamente, quien cometió el abuso fue un hombre, familiar o conocido de la víctima. Destacar que las mujeres presentaban seis veces más probabilidades de haber sufrido abuso sexual infantil con contacto físico que los hombres.
  • Las experiencias de victimización más reportadas durante la edad adulta fueron los delitos comunes y la violencia en la pareja. Añadir que las mujeres tenían más probabilidades de reportar haber sufrido discriminación y acoso que los hombres, así como cualquier forma de victimización sexual.

Conclusión

En dicha investigación se concluye que las personas con trastorno mental grave sufren múltiples experiencias adversas y de victimización a lo largo de sus vidas. Cabe añadir que dicho fenómeno es una problemática que ha recibido muy poca atención.

Resulta relevante mencionar que numerosas victimizaciones ocurren por primera vez en la edad adulta, dejando de manifiesto que es un colectivo realmente vulnerable en estas edades. Así pues, es de vital importancia diseñar programas de prevención de la violencia que se enfoquen en los colectivos con mayor riesgo.

Cabe destacar que, dadas las graves consecuencias de sufrir victimización en la infancia, la detección precoz es fundamental en la prevención y la intervención de los problemas de salud mental.

Otro aspecto a tener en cuenta es que preguntar por experiencias adversas y de victimización de manera sistematizada en los centros de salud mental, es una forma de que se tengan en consideración al diseñar una intervención integral.

Bibliografía

Bartolomé-Valenzuela, M., Pereda, N. y Guilera, G. (2023). Prevalencia de experiencias adversas y victimización en personas adultas con trastorno mental grave en Barcelona. Gaceta Sanitaria, 37(102314). https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2023.102314

Por Kora Nevado,

Psicóloga Jurídica y forense

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TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA Y BULLYING

Antes de abordar la temática en cuestión, es importante delimitar los conceptos de trastorno del espectro autista y bullying:

Por lo que respecta al trastorno del espectro autista (TEA), según estudios realizados alrededor del mundo, se estima que 1/100 menores están diagnosticados con dicho trastorno (Zeidan et al., 2022). Cabe decir que se considera un trastorno del neurodesarrollo que se expresa en distintos grados de afectación (González Alba et al., 2019) y se caracteriza, en términos generales, por los siguientes aspectos (American Psychiatric Association, 2013):

  • Deficiencias en la interacción y comunicación social: Las personas con dichas particularidades pueden tener dificultades para ajustar el comportamiento en distintos contextos sociales, no suelen iniciar las interacciones con los demás, presentan deficiencias en la comprensión, entre otras.
  • Presencia de patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades: Estos pueden reflejarse en la inflexibilidad de sus rutinas o patrones de comportamiento, intereses restringidos, hipo o hipersensibilidad a estímulos sensoriales, etc.
  • Comorbilidad con diversos trastornos: El TEA puede cursar con deterioro intelectual, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno del desarrollo de la coordinación, trastorno de la conducta alimentaria, trastorno de ansiedad y trastorno depresivo. Cabe añadir que pueden aparecer dificultades de aprendizaje, alteraciones del lenguaje y del sueño. Además, es probable que se den afecciones médicas como crisis epilépticas y problemas gastrointestinales. 

En cuanto al bullying o acoso escolar, sucede cuando un/a alumno/a es violentado/a y tratado/a de forma denigrante por uno/a o varios/as compañeros/as (existe intencionalidad), lo cual sucede repetida y prolongadamente en el tiempo (De la Rasilla Ramírez, 2022). Dichas prácticas suelen ser insultos y burlas, amenazas e intimidaciones, agresiones físicas y un aislamiento o exclusión social del/de la menor (González Alba et al., 2019).

Cabe decir que se establece una relación asimétrica de poder entre los/as implicados/as, dónde la persona victimizada se encuentra en una posición de vulnerabilidad ante estas prácticas (Castillo-Pulido, 2011). 

Pasando a la problemática en sí, es importante tener presente que el acoso escolar infringido a alumnos/as con Trastorno del Espectro Autista ha aumentado en los últimos años, de hecho, según diversos estudios realizados alrededor del mundo, estar diagnosticado con TEA aumenta la probabilidad de sufrir bullying (Humphrey y Hebron, 2015), concretamente, hace que sea de 4 a 10 veces mayor que para el resto (De la Rasilla Ramírez, 2022). La razón de dichos datos se explica por lo siguiente: estos/as menores poseen ciertas características distintivas, las cuales suelen ser percibidas como diferentes y extrañas por los/as demás, lo que supone que acaben siendo el objetivo de burlas, agresiones, entre otros aspectos. En definitiva, las particularidades que presentan hacen que sean más vulnerables a ser victimizados/as (Falla y Ortega-Ruiz, 2019). 

No debemos olvidar que, dado que las personas con TEA presentan rasgos particulares, su forma de interpretar el mundo, la gestión de las experiencias estresantes/traumáticas y la regulación de sus emociones es distinta al resto (Humphrey y Hebron, 2015). Así pues, en este caso en concreto, entre las consecuencias a corto y largo plazo que acarrea sufrir bullying, se encuentra un mayor riesgo a desarrollar:

  • Problemas de salud, psicosociales y en el funcionamiento académico, lo cual se expresa como alteraciones en el apetito y alimentación, carencias de tareas de autocuidado, mayor dificultad para relacionarse con los demás y afectación del rendimiento escolar (De la Rasilla Ramírez, 2022).
  • Diversas psicopatologías, como trastorno de estrés postraumático, trastorno depresivo y trastornos de ansiedad, concretamente, el trastorno de pánico y el trastorno de ansiedad social o fobia social (Hoover, 2015). Así pues, el/la menor puede experimentar sintomatología ansiosa y depresiva, desarrollar una tendencia al aislamiento social y una baja autoestima, además de tratar de autolesionarse, presentar ideaciones suicidas y realizar tentativas (Castillo-Pulido, 2011).
  • Consumo de tabaco, alcohol y substancias psicoactivas (Moore et al., 2017). 

En definitiva, dado que las personas con trastorno del espectro autista presentan un mayor riesgo a sufrir bullying, lo cual puede suponer el desarrollo de ciertas alteraciones y problemáticas a nivel cognitivo, conductual y social, nos encontramos ante la necesidad de prevenir y abordar la problemática de forma integral, con la intervención y coordinación de profesionales de distintos ámbitos (médicos/as, psicólogos/as, pedagogos/as, profesores/as, etc.), familias, amigos/as y la población en general (Lendínez Extremera, 2017).

Referencias Bibliográficas:


American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM-5 (5th ed.). Washington, D.C.: American Psychiatric Publishing.

Castillo-Pulido, L.E. (2011). El acoso escolar. De las causas, origen y manifestaciones a la pregunta por el sentido que le otorgan los actores. Magis. Revista Internacional de Investigación en Educación, 4(8), 415-428. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4435188

De la Rasilla Ramírez, A. (2022). Análisis bibliométrico y temático sobre el Trastorno del Espectro Autista y el acoso escolar. Revista de Discapacidad, Clínica y Neurociencias, 9(1), 31-42. https://doi.org/10.14198/DCN.22330

Falla, D. y Ortega-Ruiz, R. (2019). Los escolares diagnosticados con trastorno del espectro autista y víctimas de acoso escolar: una revisión sistemática. Psicología Educativa, 25(2), 77-90. https://doi.org/10.5093/psed2019a6

González Alba, B., Cortés González, P. y Mañas Olmo, M. (2019). Acoso escolar en personas con trastorno del espectro autista en la provincia de Málaga. Revista de estudios y experiencias en educación, 18(38), 55-69. https://dx.doi.org/10.21703/rexe.20191838gonzalez4

Hoover, D. W. (2015). The Effects of Psychological Trauma on Children with Autism

Spectrum Disorders: a Research Review. Review Journal of Autism and Developmental Disorders, 2(1), 287–299. https://doi.org/10.1007/s40489-015-0052-y

Humphrey, N. y Hebron, E. (2015). Bullying of children and adolescents with autism spectrum conditions: a ‘state of the field’ review. International Journal of Inclusive Education, 19(8), 845-862. https://doi.org/10.1080/13603116.2014.981602

Lendínez Extremera, M. (2017). Acoso y maltrato en el autismo. Revista Internacional de Apoyo a la Inclusión, Logopedia, Sociedad y Multiculturalidad, 3(1), 166-182. https://revistaselectronicas.ujaen.es/index.php/riai/article/view/4261

Moore, S. E., Norman, R. E., Suetani, S., Thomas, H. J., Sly, P. D. y Scott, J. G. (2017). Consequences of bullying victimization in childhood and adolescence: A systematic review and meta-analysis. World Journal of Psychiatry, 7(1), 60–76. https://doi.org/ 10.5498/wjp.v7.i1.60

Zeidan, J., Fombonne, E., Scorah, J., Ibrahim, A., Durkin, M.S., Saxena, S., Yusuf, A., Shih, A. y Elsabbagh, M. (2022). Global prevalence of autism: A systematic review update. Autism Research, 15(5), 778-790. https://doi.org/10.1002/aur.2696

Kora Nevado, Psicóloga Forense

La Tétrada Oscura de la Personalidad

“(…)las personas con estos rasgos comparten una tendencia a ser insensibles, egoístas y malévolos en sus relaciones interpersonales” (Jones y Paulhus, 2009, p. 100).

Tradicionalmente se conoce a la triada oscura de la personalidad o ‘The Dark Triad’ como tres rasgos de la personalidad oscuros o malévolos. Estos rasgos son el narcisismo subclínico, la psicopatía subclínica y el maquiavelismo (Paulhus y Williams, 2002). En los últimos años se ha incorporado el sadismo como nuevo rasgo debido a las similitudes con los otros tres, conformando así la Tétrada Oscura de la Personalidad. Los investigadores evolucionistas han caracterizado a la tétrada oscura como rasgos de personalidad que tienden a la explotación y la depredación social (Brown, Hazraty y Palasinski, 2019). Algunos estudios plantean que los sujetos con estos rasgos tienen una estrategia de vida rápida, emparejamientos a corto plazo y conductas antisociales diversas, aunque existen discrepancias (González, 2015). Vamos a profundizar un poco más sobre cada uno de ellos.

Comparando los rasgos oscuros con otras clasificaciones de personalidad contrastadas como el modelo OCEAN de Los Cinco Grandes de Goldberg o el Modelo PEN de Eysenck, las personas con estos rasgos de personalidad se caracterizan por presentar conductas de violencia psicológica, inhibición moral, manipulación, baja amabilidad y escrupulosidad, frialdad emocional, egoísmo y dificultad para empatizar (Riquelme, Henríquez y Álvarez, 2003), además de presentar una duplicidad o doble cara según sus intereses (González, 2015). Sin embargo, pese a que todos los rasgos tienen conexiones entre sí, cada uno de ellos difiere en algo con respecto a los otros tres (Mokros, Osterheider, Hucker y Nitschke, 2011).

La psicopatía se caracteriza principalmente por la carencia de empatía y ansiedad (miedo, escrúpulos y remordimientos), frialdad interpersonal, alta impulsividad, bajo control de impulsos y la búsqueda de sensaciones. El sujeto psicópata presenta además una autoestima exacerbada que le dota de un encanto superficial (Paulhus y Williams, 2002). Debido a una incapacidad para percibir sus estados internos, posee un fuerte componente de auto engaño y distorsión con respecto a su personalidad, por lo que tiene una percepción de grandiosidad con respecto al resto de seres humanos. Sin embargo, no presenta delirios ni alucinaciones en cuanto a la realidad externa, es un rasgo de personalidad antagónico a la psicosis, de ahí que a nivel judicial sea un perfil perfectamente imputable por sus actos.

El psicópata presenta un interior emocionalmente vacío y tiene poco o ningún interés genuino por los demás (Goncalves y Campbell, 2014). La falta de insight o conciencia de los estados internos, la búsqueda de sensaciones y la ausencia de miedo, facilita que estos sujetos incurran en acciones temerarias. La impulsividad psicopática es de tipo disfuncional puesto que es consecuencia de su incapacidad de autorregulación. A diferencia de la impulsividad narcisista, que tiene más que ver con la osadía social, la cual les puede reportar amplios beneficios. El impulso del psicópata y la búsqueda de gratificación inmediata los lleva por tanto a llevar un estilo de vida parasitario y desestructurado. Viven a costa de los demás.

La persona con el rasgo del maquiavelismo, a diferencia del psicópata, tiene una percepción de la realidad intrapersonal más ajustada, no presentan una auto-mejora en la autoestima, teniendo un concepto de sí mismo más arraigado a la realidad. No presenta la impulsividad tan marcada propia del psicópata, de hecho, su conducta malévola se basa en la estrategia, la manipulación y el cinismo (Jones y Paulhus, 2009). Una frase que representa a este rasgo es la de “el fin justifica los medios”. Esto no quiere decir que un psicópata o narcisista no utilice a otras personas para satisfacer sus deseos, pero digamos que, para el maquiavélico este se convierte en su modus operandi como forma de progreso y de entender los logros. Cognitivamente el maquiavélico se esfuerza mucho más en la estrategia de engaño y manipulación que el psicópata o narcisista (Jonason, Lyons, Baughman y Vernon, 2014).

A diferencia del psicópata y el narcisista, el sujeto maquiavélico no presenta niveles de impulsividad tan altos, no asume riesgos para obtener beneficios, sino que calcula fríamente su plan de acción justificando cualquier tipo de provecho que pueda obtener de los demás. Su habilidad manipuladora reduce las probabilidades de que le descubran. De hecho, en el estudio de Jones y Weiser (2014) donde compararon la tríada oscura con la infidelidad en la pareja se comprobó que, aunque los tres rasgos se asociaran al engaño, el maquiavélico conseguía en mayor medida prosperar en la relación debido a su carácter estratégico y cauteloso. Digamos que este rasgo, en general, sufre menos las consecuencias sociales de rechazo asociadas a su estilo de vida malévolo (González, 2015).

El narcisismo subclínico en comparación con los otros cuatro, es probablemente el rasgo de la tétrada oscura que más se relaciona con comportamientos prosociales y adaptativos, de hecho, a diferencia del maquiavelismo y la psicopatía, correlaciona positivamente con la inteligencia emocional (Papageorgiou et al., 2019). El sujeto con este rasgo se caracteriza por poseer un sentido de grandiosidad y superioridad con respecto al resto de personas. Presenta una autoestima auto-mejorada y se cree con mayores derechos que los demás. Por ello, el sujeto narcisista tiende a la dominación, la explotación de los demás y a la demanda de atención. A los narcisistas les preocupa el éxito, el poder, la belleza y la brillantez. Tienen un autoenfoque y un sentido de la importancia personal engrandecido. Por todo ello, se creen merecedores de un trato especial. Sin embargo, pese a proyectar una imagen de éxito y seguridad, el narcisista vive también con una parte vulnerable que le hace hipersensible a las críticas (Morf y Rhodewalt, 2001).

               En la literatura científica se diferencian dos tipos de narcisismo, el narcisismo grandioso (NG) y el narcisismo vulnerable (NV).  El NG se relacionaría con la creencia de merecer un trato especial asociada con su percepción de ser mejores que el resto (ya sea más inteligentes, atractivos, agradables, etc.) mientras que los individuos NV consideran que merecen ese trato especial debido a su fragilidad, imperando una actitud victimista. Existen diferencias etiológicas de base con respecto a estos dos tipos de narcisismo: el narcisismo vulnerable está relacionado con abusos en la infancia o estilos de apego traumáticos (abandono emocional o físico), por ello son más propensos a tener apegos adultos patológicos; mientras que los narcisistas grandiosos suelen tener apegos adultos seguros y no suelen tener una historia de abuso en la infancia (Miller, et al., 2010).

               Las conductas egoístas y no prosociales en el narcisismo grandioso se producirían por razones instrumentales, es decir, intereses gananciales, adoptando para ello estrategias de dominación. Mientras que las personas con narcisismo vulnerable podrían comportarse de manera desconfiada y agresiva por un sesgo de hostilidad percibido y una desregulación afectiva debido a los esquemas interpersonales negativos asociados a las experiencias traumáticas (Rogosch y Cicchetti, 2004). Por tanto, el narcisismo grandioso se podría caracterizar por el exhibicionismo, la falta de humildad y modestia y el dominio interpersonal, mientras que el narcisismo vulnerable destacaría por el afecto negativo o desconfiado, el egoísmo y la necesidad de atención y reconocimiento (Vize, Lynam, Collison y Miller, 2018). 

               El narcisista vulnerable presentaría labilidad emocional mientras que el narcisista grandioso tendría mayor facilidad para gestionar el estrés, el NG tendría mayor flexibilidad de afrontamiento frente a situaciones adversas y un patrón de pensamiento positivo, mientras que los NV presentarían mayor dureza o inflexibilidad mental, menor satisfacción con la vida y peor salud mental en general (Miller et al., 2010; Ng, Cheung y Tam, 2014). De hecho, estos dos perfiles tienen una alta relación con otros trastornos de la personalidad. El perfil de NV es altamente consistente con el Trastorno límite de la personalidad o Borderline mientras que el NG está más relacionado con el Trastorno antisocial o el Trastorno histriónico. Además, estas dos formas de narcisismo difieren también en la conducta de recurrir a terapia psicológica o psiquiátrica. El narcisista grandioso se asocia negativamente al uso de tratamiento mientras que el narcisista vulnerable se asocia positivamente (Pincus et al., 2009).

               Finalmente, el cuarto y último rasgo incluido en el lado oscuro de la personalidad o Dark Sidecorresponde al sadismo. El sujeto con este rasgo se caracteriza principalmente por obtener placer a través del dolor ajeno. El sádico busca la dominación psicológica y física, la intimidación, el control, el castigo y la humillación, disfrutando con el sufrimiento que eso produce en los demás (Buckels, Jones y Paulhus, 2013; O’Meara, Davies y Hammond, 2011), por ello tiene predisposición a involucrarse en conductas crueles que degradan a otras personas (Myers, Burket y Husted, 2006; O’Meara et al., 2011). En comparación con los otros tres rasgos de la tétrada oscura, el sádico presenta también una baja empatía y una inhibición moral, sin embargo, no se involucra en actos violentos para obtener una ganancia instrumental o defenderse, sino que la motivación principal es el disfrute asociado a la agresión (Buckels et al., 2013; Plouffe, Smith y Saklofske, 2018).

            Estudios como el de Reidy et al (2011) o Chabrol et al (2009) demostraron que el rasgo de sadismo separado de los otros rasgos de la tétrada oscura predecía una agresión no provocada en contexto de laboratorio. Asimismo, se observó dicho rasgo en estudiantes de secundaria en relación directa con conductas de acosos y ciberacoso. Otros dos estudios predijeron significativamente como la conducta sádica se dirigía a subyugar y lastimar a otras criaturas vivientes, no solo humanos, y esto podía explicarse independientemente de la variación del resto de rasgos de la tétrada (Buckels et al., 2013).

Existen opiniones e hipótesis diversas en lo relativo a la función adaptativa de estos rasgos para la especie. Pero eso daría para un segundo artículo. Así que, puesto que el mundo de las diferencias individuales y en concreto de la tétrada oscura es amplio, complejo y extenso. Te animo a que, si tienes interés, no dejes de consultar literatura científica sobre el tema. 

Explore the Dark Side! 

Bibliografía:

Brown, W. M., Hazraty, S. y Palasinski, M. (2019). Examining the dark tetrad and its links to cyberbullying. Cyberpsychology, behaviour, and social networking, 22(8), 552-557.

Buckels, E. E., Jones, D. N. y Paulhus, D. L. (2013). Behavioral confirmation of everyday sadism. Psychological science24(11), 2201–2209.

Chabrol, H., Van Leeuwen, N., Rodgers, R. y Séjourné, N. (2009). Contributions of psychopathic, narcissistic, machiavellian, and sadistic personality traits to juvenile delinquency. Personality and individual differences, 47(7), 734–739.

Goncalves, M. K. y Campbell, L. (2014). The dark triad and the derogation of mating competitors. Personality and individual differences, 67, 42-46.

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Jonason, P. K., Lyons, M., Baughman, H. M. y Vernon, T. (2014). What a tangled web we weave: the dark triad traits and deception. Personality and individual differences, 70, 117-119.

Jones, D. N. y Paulhus, D. L. (2009). Machiavellianism. En Leary, M. R. y Hoyle, R. H. (eds.), Handbook of individual differences in social behavior (pp. 93-108). New York, NY: Guilford Press.

Jones, D. N. y Weiser, D. A. (2014). Differential infidelity patterns among the dark triad. Personality and individual differences, 57, 20-24.

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Miller, J. D., A., Gentile, B., Wilson, L., Pryor, L. R. y Campbell, W. K. (2010). Searching for a vulnerable dark triad: comparing factor 2 psychopathy, vulnerable narcissism, and borderline personality disorder. Journal of personality, 78 (5), 1529-1564.  

Morf, C. C. y Rhodewalt, F. (2001). Expanding the dynamic self-regulatory processing model of narcissism: Research directions for the future. Psychological inquiry, 12(4), 243-251.

Myers, W. C., Burket, R. C. y Husted, D. S. (2006). Sadistic personality disorder and comorbid mental illness in adolescent psychiatric inpatients. Journal of the american academy of psychiatry and the law, 34(1), 61-71.

Ng, H. K. S., Cheung, R. Y.H. y Tam, K.P. (2014). Unraveling the link between narcissism and psychological health: new evidence from coping flexibility. Personality and individual differences, 70, 7-10.

O’Meara, A., Davies, J. y Hammond, S. (2011). The psychometric properties and utility of the Short Sadistic Impulse Scale (SSIS). Psychological assessment, 23(2), 523-531.

Papageorgiou, K. A., Gianniou, F. M., Wilson, P., Moneta, G. B., Bilello, D. y Clough, P. J. (2019). The bright side of dark: exploring the positive effect of narcissism on perceived stress through mental toughness. Personality and individual differences, 139, 116-124.

Paulhus, L. D. y Williams, K. M. (2002). The dark triad of personality: narcissism, machiavellianism, and psychopathy. Journal of research in personality, 36, 556-563.

Pincus, A. L., Ansell, E. B., Pimentel, C. A., Cain, N. M., Wright, A. y Levy, K. N. (2009). Initial construction and validation of the Pathological Narcissism Inventory. Psychological Assessment, 21, 365-379.

Plouffe, R.A., Smith, M.M. y Saklofske, D.H. (2019). A psychometric investigation of the assessment of sadistic personality. Personality and individual Differences, 140(1), 57-60.

Reidy, D. E., Shelley-Tremblay, J. F. y Lilienfeld, S. O. (2011). Psychopathy, reactive aggression, and precarious proclamations: A review of behavioral, cognitive, and biological research. Aggression and Violence Behavior, 16, 512-524.

Riquelme, E., Henríquez, C. y Álvarez, B. (2003). Relación entre estilos de apego y teoría de la mente.Psykhe,12(1), 73-81.

Rogosch, F. A. y Cicchetti, D. (2004). Child maltreatment and emergent personality organization: perspectives from the five-factor model. Journal of abnormal child psychology, 32(2), 123-145.

Vize, C. Lynam, D. Collison, K. y Miller, J. (2018). Differences among dark triad components: a meta-analytic investigation. Personality disorders: theory, research, and treatment, 9(2), 101-111.

Elena Flores

Psicóloga Forense

Burnout o estrés laboral

Como ya hemos comentado anteriormente, es innegable que el trabajo es una parte fundamental en nuestras vidas. Por tanto, los problemas en el ámbito laboral, de manera general, repercutirán en las demás áreas de nuestras vidas poniendo incluso en riesgo nuestra salud, tanto psicológica como física. En otro artículo comentamos la problemática del mobbing. Esta vez le toca el turno al burnout, concepto que seguro has escuchado alguna vez.
Posiblemente, el burnout es uno de los problemas más graves en el ámbito laboral y que afecta a muchos más trabadores de los que creemos.


Si bien es cierto que afecta en gran medida a los trabajadores, no podemos negar el daño que
supone también para las empresas (menor rendimiento y menor calidad de los servicios), a los directivos y a la sociedad en general. Por fortuna, cada vez es más común que dentro de las empresas se tomen iniciativas para detectar este problema a tiempo.


El concepto lo acuñó Freudenberber, quien describió el estado de agotamiento físico y mental
observado entre el personal que trabajaba de manera voluntaria en una clínica de desintoxicación. De manera general podemos entender el burnout como un proceso de adaptación al estrés del trabajo que se produce de forma crónica cuando las estrategias del trabajador no han podido lidiar con el estrés.


Si bien no existe una explicación que defina completamente el burnout, podemos apuntar que se encuentra ligado a las interacciones personales. Por concretar un poco, y entendiendo el burnout como un proceso, destacarían: la falta de realización personal en el trabajo, el cansancio emocional y despersonalización. Estas variables se entrelazarían entre sí en el tiempo culminando en estrés laboral.


Como hemos visto, el burnout puede destruir la calidad de vida de los trabajadores. Por tanto, antes de que el problema se agrave y se convierta en una situacion insostenible para los trabajadores y empresas, es preferible destinar recursos a su prevención.
Y esto resulta muy complicado si vamos a la raíz del problema, ya que percibir el trabajo como un mero intercambio de tiempo/dinero, a la larga en muchas personas puede ser alienante. Por lo tanto, dar un sentido a ese intercambio con un nuevo compromiso con las responsabilidades, atribuir valor al trabajo realizado e intentar aumentar el sentimiento de pertenencia a un grupo o a un proyecto en común, como podemos imaginar, puede resultar en ocasiones bastante complicado.


Si te sientes cansado, no rindes en tu trabajo, tienes problemas laborales debido a la bajada de rendimiento (cada vez más común en el personal sanitario de nuestro país), poniendo en peligro tu puesto de trabajo o incluso ya lo has perdido, un Psicólogo Forense puede ayudarte a valorar si has sufrido o estás sufriendo un daño psicológico debido al burnout realizando un informe pericial que puede favorecerte en eventuales procesos judiciales.

Psicología Forense. Ámbitos de aplicación. Volumen ll.

Daniel Cerro
Psicólogo forense, con formación en análisis funcional de la conducta. Miembro de la Lista de Peritos del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

TRASTORNO FACTICIO APLICADO A OTROS O “SINDROME DE MUNCHAUSEN” COMO FORMA DE ABUSO INFANTIL

El trastorno facticio aplicado a otro, comúnmente conocido como síndrome de
Munchausen , es aquel trastorno donde se falsifican signos o síntomas físicos o
psicológicos, o inducción de lesión o enfermedad, en otro, asociada a un engaño
identificativo (incluso llegando a buscar tratamiento después de provocar la lesión o la
enfermedad). El individuo presenta a otro individuo (victima) frente a los demás como
enfermo, incapacitado o lesionado, donde el comportamiento engañoso es evidente
incluso en ausencia de recompensa externa obvia. (DSM-5).


Los individuos con trastorno facticio corren el riesgo de experimentar un gran
sufrimiento psicológico o deterioro funcional por los daños causados a sí mismo o a los
demás, debido a que es posible que no entiendan las razones de su conducta o que no
reconozcan que tienen un problema.


Se trata de un trastorno difícil de identificar y de tratar, puesto que, puede existir una
afección medica preexistente. Es uno de los trastornos menos contemplados a la hora de
realizar una evaluación y sin embargo, está contemplado como una forma de maltrato
infantil, normalmente perpetrado por las madres.
Para su correcto diagnóstico cuando se sospecha una enfermedad facticia, es
imprescindible obtener información de otras fuentes pertinentes. Entre estas pueden
encontrarse los terapeutas previos o actuales, miembros de la familia, informes médicos
actuales y previos, y estudios analíticos y diagnósticos, además, debemos incluir una
evaluación del niño, de los padres y también de la dinámica familiar. Algunas pautas a
seguir son:

  • Obtenga información fiable de otros miembros de la familia (de su pareja, siprocede), de los médicos que tratan al paciente y de informes clínicos previos.Verifique todos los «hechos» presentados.
  • Revise los informes clínicos de los hermanos, prestando especial atención a las enfermedades inexplicables o las muertes.
  • Observe al niño y al progenitor durante cualquier interacción (en presencia de unobservador).
  • Síntomas poco claros que no son controlables y que se vuelven más graves ocambian una vez que ha empezado el tratamiento.
  • Recaídas predecibles tras la mejora de la enfermedad
  • Presencia de muchas cicatrices La aparición de síntomas nuevos o adicionales tras los resultados negativos deuna prueba médica o psicológica
  • Presencia de síntomas sólo cuando el paciente está con otros o está siendoobservado
  • Deseo por realizar pruebas u operaciones
  • La renuencia por parte del paciente para permitir que los profesionales de lasalud puedan hablar con miembros de la familia, amigos y médicos previosEste tipo de trastorno facticio lo suelen presentar madres que tienen una baja autoestimay un autoconcepto que está muy deteriorado, por lo que, mediante la hospitalización desu hijo obtiene cuidados, apoyo e interés por parte de las demás (le prestan atención)que no sabe conseguir de otra forma y que necesita. La madres generalmente reciben elreconocimiento social (familiares, comunitarios, funcionarios del sistema de salud), deque realizan una “excelente” labor en su función materna, intenta recibir atención deforma indirecta, a través del papel de “enfermo” del hijo/a. Es una forma de evadir losconflictos a lo interno del grupo familiar, siendo la enfermedad del niño/a en muchasocasiones el único tema que tiene en común los padres, y uno de los pocos que nooriginan nuevos conflictos. Las madres mantienen la atención, al menos parcial de susparejas, y aumentan la permanencia de ellos en los hogares, en comparación con elmomento en el que el niño/a no estaba “enfermo”.


Debemos tener mucho cuidado en no confundir este trastorno con una simulación de
síntomas o enfermedades (representación de síntomas físicos o psicológicos falsos o
muy exagerados motivado por incentivos externos), ya que este no es un trastorno.
Deben considerarse los trastornos físicos reales (especialmente las enfermedades raras o
infrecuentes con pocos hallazgos objetivos) antes de diagnosticar prematuramente una
enfermedad facticia. Al igual que con todas las enfermedades facticias, el diagnóstico
puede resultar difícil a menos que el responsable sea directamente sorprendido dañando
a la víctima.


El trastorno facticio por poderes es un diagnostico que se debe tener presente y la
sospecha se sustenta en una historia que muchas veces no concuerda con la clínica. Los
médicos de atención primaria tienen un rol fundamental en el diagnostico, dado que
poseen acceso al entorno y la historia clínica del paciente y su familia

Jazmine Lopez. Psicóloga Forense y Judicial