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Qué es la disociación en psicología

La disociación es un fenómeno complejo y curioso en psicología sobre el que se ha investigado mucho. No tiene por qué ser un problema, la disociación puede ser experimentada por cualquiera y no tiene por qué ser patológico, pero puede llegar a serlo, además de que sí se ha visto relacionado con ciertas situaciones características.

La disociación, en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5 se define como interrupción o falta de continuidad en la integración de la conciencia, la memoria, la identidad, la percepción, la emoción, la identidad corporal y el comportamiento. Esta definición puede parecer ambigua o extraña para personas no familiarizadas con la psicología o que no han experimentado la disociación. Por ello vamos a profundizar más sobre el tema. 

Disociación y conversión

En la literatura científica se ve relacionado la disociación con la conversión. Según el DSM-5, el trastorno de conversión pertenece a la categoría de trastornos de síntomas somáticos. El fenómeno de la conversión ocurre cuando hay alguna alteración neurológica (motora o sensitiva) que no se explica por pruebas médicas, sino que debe haber una causa psicológica subyacente. Ocurre lo mismo con la somatización; síntomas físicos que no tienen una explicación “médica” sino psicológica”. 

¿Para qué toda esta información? Para entender que hay dos tipos de disociación; disociación psicoforme (es decir disociación más psicológica) y la disociación somatomorfa (más relacionado con la somatización y conversión). La disociación más psicológica se compone por la alteración de la identidad, amnesia, despersonalización y desrealización. Y el otro tipo de disociación se refiere a la alteración de la experiencia más física como analgesia visual, síntomas de dolor o pérdida de conocimiento que no puede explicarse médicamente. La más común y los síntomas más comunes son los síntomas psicológicos. Dicho esto, pasemos a más conceptos. 

Trastornos disociativos

La disociación en la mayoría de los casos es transitoria, pero en ciertos casos puede mantenerse constante respecto a un suceso o una época del pasado y/o genera un malestar importante y afecta a la vida de las personas. En ese caso hablamos de trastorno, porque se ha vuelto algo problemático:

  • Despersonalización: Esto se caracteriza por experiencias de irrealidad, distanciamiento de sí mismo o de ser un observador externo respecto a los pensamientos, sentimientos, el cuerpo, acciones de uno mismo… Es decir, sentirse ajeno a uno mismo, verse a uno mismo como si fuera otra persona, como verse en tercera persona. De nuevo esto puede darse de forma transitoria y no ser problemático o puede considerarse un trastorno y ser más problemático. 
  • Desrealización: Experiencias de irrealidad o distanciamiento respecto al entorno. Lo mismo que la despersonalización pero con el entorno. Personas que han pasado por esto lo reflejan diciendo “Es como que lo veía como si fuera una película, como si no fuera real”, como si la persona estuviera al otro lado de un cristal, distanciada de la realidad. Pese a esto, tanto en despersonalización como desrealización, la persona es consciente de la realidad, o sea la persona “siente como si no fuera real” pero sabe que es real.
  • Amnesia disociativa: Es la incapacidad de recordar información autobiográfica importante, normalmente de naturaleza traumática o estresante. No hay una razón biológica para esa falta de memoria y tampoco se corresponde con el olvido normal. Hay diferentes tipos de amnesia. 
  • Trastorno de identidad disociativo: Es un trastorno muy poco común y es lo que se conoce coloquialmente como “Trastorno de personalidad múltiple”. La alteración de la identidad se vuelve muy significativa llegando a crearse dos o más estados de personalidad bien definidos.  La identidad unitaria se rompe y en la persona conviven dos o más “personalidades” y mientras está presente una, luego hay lapsus de memoria. Se podría entender este trastorno como que seguramente empezó como despersonalización y se fue agravando hasta llegar a fragmentarse del todo la identidad unitaria de la persona. 

¿Por qué ocurre la disociación?

La disociación, somatización y conversión tienen orígenes del psicoanálisis. Esta corriente sugería que los síntomas físicos que no se atribuían a una causa orgánica tenían su origen en emociones y traumas reprimidos. Janet (1886) habló de la disociación como un mecanismo de defensa para afrontar situaciones muy traumáticas. 

Actualmente, las investigaciones muestran que los sucesos traumáticos al inicio causan fuertes sensaciones negativas y dolor que cuando superan cierto umbral, provocan disociación. Y conforme aumenta la intensidad de la disociación, alcanza a la misma vez un umbral y las sensaciones negativas disminuyen. Por lo que la disociación facilita la supervivencia y sí se podría entender como un mecanismo de defensa. 

Como dijo Anabel González, psiquiatra y psicoterapeuta, doctora en Medicina y especialista en Criminología por sus redes sociales, la disociación se puede entender como cuando saltan los plomos. Se produce una sobrecarga y para evitar un incendio y un accidente, saltan los plomos para reiniciar de nuevo sin peligro. La disociación en una situación ocurre de forma similar, cuando una persona se encuentra frente a una situación fuertemente traumática y abrumadora complicada de procesar, se disocia, se separa, “se apaga”. Idealmente esto debe ocurrir temporalmente, para luego volver a reconectar y procesar la situación. 

Sin embargo, aunque el trauma está fuertemente relacionado con la disociación, muchas personas víctimas de situaciones traumáticas no experimentan disociación. Siempre hay diferentes variables que influyen.

Consecuencias de la disociación

La disociación, aunque es un mecanismo de protección e involuntario, también puede producir consecuencias negativas, a medio y a largo plazo. 

Se ha visto que mientras hay disociación, las capacidades cognitivas se ven alteradas, ya que interrumpe el procesamiento de la información, el aprendizaje y la memoria. Por lo que si la disociación es transitoria, el deterioro de éstas será transitorio pero si se persiste, el deterioro cognitivo también.

 La disociación también se ha visto asociada con conductas de violencia autodirigidas, es decir, autolesiones y comportamiento suicida. 

Además, la disociación, ante un fuerte malestar, no permite el funcionamiento de los sistemas que regulan el estrés y las emociones, por lo que resulta incapacitante. La persona en este caso no sabría gestionar las emociones intensas ni distinguir situaciones amenazantes de las seguras. La desconexión con uno mismo en muchos casos genera confusión y agitación.

Por otra parte, los síntomas disociativos afectan a la gravedad de diferentes trastornos. Se ha visto asociado negativamente con:

  • El funcionamiento ejecutivo en el Trastorno Límite de la Personalidad. 
  • El desempeño neurológico en la depresión.
  • El número de atracones en trastornos alimentarios.
  • La alexitimia en trastornos de pánico.
  • La ansiedad y depresión en el TOC. 
  • El estrés crónico agudo. 
  • Procesos fisiológicos como el sueño. 

Además, también afecta a los resultados terapéuticos. La disociación se ha visto relacionada con la falta de respuesta en los tratamientos psicológicos del TEPT, TOC y Trastornos de pánico. Esto posiblemente se deba a la desconexión que hay con las emociones y los pensamientos que impiden procesar debidamente la información en terapia. 

Disociación y ámbito forense

En el ámbito forense una demanda habitual por parte del juez al perito es que se evalúe la credibilidad de testimonio de la víctima, o también secuelas. Puede ocurrir que al acudir a la entrevista, la víctima no muestre el comportamiento “habitual” o “prototípico” de una víctima. Por ejemplo, que cuente lo ocurrido con indiferencia, incluso riéndose o de forma extraña. También puede ser que no se acuerde o que muestre mucha confusión al respecto. 

Esta situación puede hacer creer al juez, abogados e incluso al propio perito de que está mintiendo, pero cabe la posibilidad de que la víctima esté disociada. Por lo que es necesario que el perito tenga una gran formación y amplios conocimientos sobre disociación, TEPT, TEPT complejo.. etc, para evaluar el estado psicológico de la víctima. Porque posiblemente esa persona sí está contando la verdad, pero está siendo cuestionada sin fundamento debido a la incompetencia de los profesionales. 

EPERIT

La disociación es un tema complejo y amplio y toda esta información no es toda la que se tiene. Los profesionales de EPERIT están formados en psicología forense y victimología, además de en trauma. De hecho, en la academia de EPERIT, hay un curso de acceso restringido a estudiantes de psicología y profesionales sobre el TEPT complejo. También hay más cursos de temática forense de acceso libre. El equipo EPERIT está conformado por profesionales muy formados en victimología y psicología jurídica y forense y que además de la formación, hacen peritajes, supervisiones, contrainformes y terapia. Podemos ayudarte.

Autora: Celia Gavilán, psicóloga forense en formación y responsable de comunicación científica en EPERIT.

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