Uno de los problemas adicionales que nos encontramos los profesionales a diario es la simulación de síntomas o enfermedades mediante conductas intencionadas de engaño y mentira o múltiples formas de exageración distorsión de síntomas. Son conductas intencionadas, y desarrolladas por determinados individuos, con objetivos externos de fraude y búsqueda de beneficio. Según el DSM-V la característica esencial de la simulación es la
representación de síntomas físicos o psicológicos falsos o muy exagerados, motivada por incentivos externos, como evitar el servicio militar o el trabajo, obtener una compensación económica, evadir responsabilidades criminales u obtener fármacos.
Aunque la simulación no es un trastorno mental, presenta clara implicación psicológica y afecta de forma importante al tratamiento, pronóstico y evolución. La correcta determinación de la presencia de simulación puede suponer una eficiente gestión del tiempo y los recursos profesionales disponibles.
Existen tres tipos de simulación (Resnick, 1997):
· SIMULACIÓN PURA: fabricación completa de sintomatología.
· SIMULACIÓN PARCIAL: Exageración de la sintomatología preexistente o referencia al mantenimiento de síntomas que ya habían remitido.
· IMPUTACIÓN FALSA: La sintomatología es falsamente atribuida a un acontecimiento traumático.
Según Héctor González Ordi, los objetivos de la simulación en el contexto forense son:
· Evitación de condenas más severas.
· Obtención de beneficios penitenciarios. Derivación al sistema sanitario.
· Obtención de la custodia de menores.
· Obtención de beneficios económicos y materiales mediante falsas acusaciones de maltrato y violencia.
Los datos de sospecha clínica de simulación son:
· Ausencia de datos o evidencia medicamente objetivable.
· Dramatización o magnificación de síntomas.
· Presencia de beneficios colaterales a la baja laboral.
· Ausencia de colaboración o adherencia al tratamiento.
· Descripción de síntomas y mecanismos de producción inconsistentes.
A la hora de evaluar una posible simulación, debemos tener cuidado en no confundir está con el trastorno facticio, también denominado síndrome de Munchausen, el cual, se caracteriza por síntomas físicos o psicológicos fingidos o producidos intencionalmente, con el fin de asumir el papel de enfermo.
Sin embargo, generalmente no implica la consecución de recompensas externas como cobro de indemnizaciones u obtención de bajas laborales de algún tipo, por lo que se diferencia de la simulación.
Aunque, siempre debemos tener presente que podemos estar ante el caso contrario a una simulación, es decir, la acción de ocultar la enfermedad que se padece (disimulación). Puede darse en casos de reconocimientos laborales o reconocimientos para obtener permisos de conducción, evitar un internamiento involuntario, en procesos de incapacitación civil, en la evaluación de la aptitud para el desempeño de un puesto de trabajo y la capacidad contractual, en procesos para valorar la idoneidad de guarda y custodia de menores o en procesos de tutela/curatela de incapacitados (Esbec, 2012). Dentro de los cuadros clínicos más tendentes a la disimulación nos encontramos la depresión, el trastorno por ideas delirantes y el consumo de tóxicos (Delgado et al, 1994).
Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna
simulación puede durar largo tiempo (Cicerón)

Jazmine López Fernández
Psicóloga forense y judicial