La resiliencia es la capacidad de una persona para enfrentar y adaptarse a eventos traumáticos o difíciles que surgen en la vida, como la pérdida de un ser querido, un accidente de coche, una catástrofe, pérdida de empleo, una enfermedad…En definitiva, es la capacidad de superar la adversidad saliendo fortalecido.
Es considerado que tienen mayor equilibrio emocional las personas más resilientes.
La resiliencia tiene dos componentes: por una parte, la resistencia frente a la destrucción, que se traduciría en la capacidad de proteger la propia integridad. Y por otra parte, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias adversas.
Los pilares de la resiliencia o factores protectores para los seres humanos son: la autoestima, introspección, independencia, capacidad de relacionarse, iniciativa, humor, creatividad, moralidad o ética y pensamiento crítico.
La metáfora de la casita de Stefan Vanistendael explica los elementos básicos para construir la resiliencia.

Una persona resiliente es aquella que es capaz de tener un sentido de si mismo positivo, dimensiona los problemas, establece relaciones sociales constructivas, tiene sentido de esperanza frente a las dificultades, extrae aprendizaje en las situaciones de estrés, desarrolla iniciativa y se fija metas alcanzables.
Sin embargo, no se espera que todos estos elementos estén presentes en la persona, pero si es deseable que gran parte de ellas estén total o parcialmente desarrolladas.
Bibliografía
Vanistendael, S y Lecompte, J. (2004). Resiliencia y sentido de la vida. Paidós.
Saavedra, E. (2004). El enfoque cognitivo procesal sistémico, como posibilidad de intervenir educativamente en la formación de sujetos resilientes: Estudio de casos, Tesis Doctoral. Universidad de Valladolid.

Natalia Campoy
Psicóloga Forense
Especialista en Estrés Postraumático